Medición de los
terremotos
Las
vibraciones producidas por los terremotos son detectadas, recogidas y medidas
por instrumentos llamados sismógrafos. La linea zigzageante dibujada por un sismógrafo, llamada “sismograma”
refleja la intensidad cambiante de las vibraciones en respuesta al movimiento
de la superficie del suelo situado bajo el instrumento. A partir de los datos
recogidos en los sismogramas, los científicos pueden
determinar la hora, el epicentro, la profundidad y el tipo de movimiento de un
terremoto y estimar cuánta energía ha sido liberada.
Los
dos tipos principales de vibraciones producidas por los terremotos son las ondas de superficie, que viajan por la
superficie del planeta, y las ondas
internas, que viajan por el interior. Las ondas superficiales generalmente
tienen las vibraciones más fuertes y probablemente son las causantes de la
mayor parte de los daños.
Las
ondas internas son de dos tipos, longitudinales
y transversales. Ambos tipos atraviesan el interior de la
Tierra desde el foco de un terremoto hasta puntos lejanos en la superficie,
pero sólo las longitudinales pueden atravesar el núcleo terrestre fundido.
Gracias a que viajan a gran velocidad y generalmente alcanzan la superficie
primero, a menudos son llamadas “ondas primarias” o simplemente ondas “P”. Las
ondas P mueven las partículas situadas enfrente de ellas y las desplazan en la
dirección de su desplazamiento.
Las
ondas transversales no se desplazan tan rápidamente a traves
de la corteza y el manto como las ondas longitudinales, y como generalmente
alcanzan la superficie más tarde, son llamadas “ondas secundarias” u ondas “S”.
En lugar de mover las partículas en la dirección de su movimiento, estas ondas
mueven las partículas en una dirección perpendicular a ellas.
La
primera señal de un terremoto es a menudo un ruido sordo, indicando la llegada
de las ondas longitudinales. Esto es seguido por las ondas transversales y
después el “balanceo de la superficie” causado por las ondas de superficie. Un
geólogo que estuvo en Valdez, Alaska, durante el terremoto de 1964 describió
esta secuencia: El primer temblor fue lo
suficientemente fuerte como para parar a los transeúntes, e inmediatamente las ondas sísmicas fueron perceptibles en la
superficie del suel. Estas ondas continuaron con una
frecuencia bastante larga dando al observador más una sensación de bamboleo que
de fuertes sacudidas abruptas. Después de alrededor de 1 minuto la amplitud o
fuerza de las ondas sísmicas se incrementó en intensidad y empezaron las caidas de edificios… Después de unos 3 ½ minutos terminaron
las fuertes ondas y la gente empezó a reaccionar como cabía esperar.
La
gravedad de un terremoto se puede expresar de varias maneras. La magnitud, generalmente expresada
mediante la Escala Richter
es una medida de la amplitud de las ondas sísmicas. El momento magnitud de un terremoto es una medida de la cantidad de
energía liberada – que puede ser estimada a partir de la lectura de los
sismógrafos. La intensidad, expresada
en la Escala Mercalli
Modificada, es una medida subjetiva que describe lo fuerte que se ha
sentido un seísmo en un lugar en particular.
La
Escala Richter, llamada así en honor al Dr Charles F. Richter del
California Institute of Techhology, es la más conocida para medir magnitudes de
terremotos. Es una escala logarítmica de forma que un registro de 7, por
ejemplo, indica una perturbación con un movimiento del suelo 10 veces mayor que
un registro de 6. Un seísmo de magnitud 2 es el más pequeño que normalmente
puede ser notado por la gente. Terremotos con valor de 6 o más se consideran
grandes; los mayores terremotos tienen magnitud de 8 o más en la escala Richter.
La
Escala Mercalli Modificada describe la intensidad de
los efectos de un terremoto en un lugar determinado mediante valores que van de
I a XII. La adaptación más usada generalmente abarca el rango de intensidades
que va desde “I – No perceptible excepto en algunas condiciones especialmente
favorables” hasta “XII—Destrucción total. Linea de
horizonte y niveles alterados. Objetos arrojados al aire.” La evaluación de la
intensidad de un terremoto sólo puede hacerse después de que los informes de
testigos y las investigaciones de campo hayan sido estudiados e interpretados.
La máxima intensidad experimentada en el terremoto de Alaska de 1964 fue X; la
destrucción en los terremotos de San Francisco y Nuevo Madrid alcanzó una
máxima intensidad de XI.
No
necesariamente los terremotos de mayor magnitudes
causan los mayores efectos superficiales. El efecto en una región determinada
depende en gran medida en las condiciones geológicas del suelo y subsuelo. Un
área formada por terreno inestable (arena, arcilla, u otros materiales no
consolidados), por ejemplo, es susceptible de tener mayores efectos que un área
a igual distancia del epicentro de un terremoto pero formada por suelo firme,
como granito. En general, los terremotos del lado este de las Montañas Rocosas
afectan a áreas mucho mayores que los terremotos del oeste de esa cordillera.
La destructividad
de un terremoto depende de muchos factores. Además de la magnitud y la
estructura geológica loca, estos factores incluyen la profundidad del foco, la
distancia hasta el epicentro y el diseño de los edificios y otras estructuras.
La extensión de los daños también depende de la densidad de población y de
construcción en el área afectada por el terremoto.
El
terremoto de Loma Prieta de 1989 produjo una amplia variedad de efectos. Las
montañas Santa Cruz sufrieron pocos daños por parte de las ondas sísmicas,
aunque estaban muy cerca del epicentro. El núcleo central de la ciudad de Santa
Cruz, a unos 24 kilómetros del mismo, fue casi completamente destruido. A más
de 80 kilómetros, las ciudades de San Francisco y Oakland
padecieron daños selectivos pero graves, incluyendo la pérdida de más de 40
vidas. La mayor destrucción tuvo lugar en áreas donde las carreteras y
estructuras elevadas habían sido construidas en terrenos estables situados
sobre materiales débiles, no consolidados.
El
terremoto de Northridge, California, de 1994 también
produjo una gran variedad de efectos, incluso en distancias de sólo unos pocos
centenares de metros. Algunos edificios cayeron, mientas que otros adyacentes
de la misma antigüedad y tipo de construcción permanecieron en pie. Del mismo
modo, algunos tramos de autopista colapsaron, mientras que otros cercanos no.
El URL de la página original
es: http://pubs.usgs.gov/gip/earthq1/measure.html
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